
Me costó aceptar lo que ví, por error, por permanecer unos segundos de más frente a la macabra imagen del trato inhumado recibido por el guía de Mendoza en Aconcagua.Me costó entender que no todos sean como la gente del Club Andino, como los que han integrado la CAX desde hace décadas. Recuerdo ese viejo libro en blanco y negro de la historia de la CAX editado por el Vasco Izaguirre. Recuerdo a personas solidarias que han participado en un respeto absoluto a la vida y a la dignidad, en rescates, no sólo de personas, sino de la naturaleza misma, como en los incendios.Por eso, recé por ese pibe en el Aconcagua, y recordé, a los guardianes que anónimamente, viven y cuidan de la gente que sube a las montañas, desde un emblemático "Nahuel" hasta aquel experto escalador que el clima, o el destino le juegan una mala pasada. Y le cuidan la vida, a veces, incluso, a pesar de la suya propia. Que son un Ejemplo es poco decir. Que son humanos, solidarios, generosos y valientes, es un poco más, pero no alcanza. Que nadie los canse, si no lo ha hecho la propía naturaleza.